No basta con encontrar en una escritura la presencia de algunos elementos de motricidad o de forma que se relacionen con las escalas infantiles establecidas por Ajuriaguerra para poder calificar una escritura de adulto como escritura con facciones infantiles. El grafólogo no debe enfocarse en el ítem o en los pocos ítems de forma o de motricidad que detecta en un grafismo. Pero sí hacerlo cuando son numerosos y aparecen en un entorno con progresión torpe.